Ha sido muy divertido y muy interesante.
Cogimos dos claveles blancos, uno lo pusimos en agua y el otro en agua a la que añadimos colorante alimentario y veréis lo que pasó...
Preparamos el agua con el colorante y ponemos cada clavel en un recipiente cerca de la ventana
¡¡¡Al cabo de dos horas nuestro clavel del agua con colorante empezaba a cambiar su color!!!
Y al día siguiente la flor se había teñido al completo. Nos quedó genial y fue una gran sorpresa ver la diferencia entre nuestros dos claveles.